lunes, octubre 7

¿Hasta dónde puede influir Taylor Swift, la artista más poderosa del momento, en el resultado electoral de Estados Unidos? | Elecciones USA

“No será [el asalto al Capitolio de] el 6 de enero, ni el fraude electoral, ni los casos de abuso sexual, ni bailar con Jeffrey Epstein, ni siquiera ser el padre de Don Jr. Lo que al final acabará con Donald Trump será un ejército de swifties cabreados”. El monólogo del presentador Jimmy Kimmel esta semana era, en su línea, una broma. Pero, también en su línea, era mucho, muchísimo más que una broma. Porque encierra muchas de las claves que marcarán las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre. Quedan nueve meses para que los estadounidenses vayan a las urnas, pero el asunto ya está más que caliente con un panorama paradójico: tan repetitivo (parece el Día de la Marmota…) como inédito. Se enfrentan dos hombres blancos y que ya han sido presidentes: el demócrata Joe Biden, en activo, de 81 años y escasa popularidad (menos del 40% en 2023; solo Jimmy Carter tuvo un tercer año peor); y el republicano Trump, que tendrá 77 entonces y casi un centenar de acusaciones de delito en varias causas contra él. En un país sesgado, extremadamente polarizado, entre el aburrimiento y la extrema ira, hay una figura que estos días despunta como posible ficha del tablero: la de Taylor Swift, de 34 años, cantante y compositora, fenómeno de masas (sobre todo femeninas), persona del año para Time (la primera del mundo del entretenimiento en lograrlo en su historia) y multimillonaria. No, Swift no se presenta a la Casa Blanca, pero tiene 300 millones de fidelísimos seguidores a los que puede influir, y mucho; pero ¿tanto como para condicionar el resultado electoral del 5 de noviembre? Eso es otro cantar.

No hay encuestas oficiales, pero sí ciertos datos que muestran que Swift —que está inmersa en una gira de 150 conciertos en más de 40 ciudades de todo el mundo gracias a la que su fortuna ha superado los 1.100 millones de dólares— tiene mucho que decir. O, más bien, que lo que diga, cuándo lo diga y cómo lo diga será analizado y escrutado, como todo lo que hace. Pero aquí se trata de la batalla electoral más importante del año. Y sí, la influencia de Swift es enorme, pero ella no va a ir a decirles a sus fans, los que escuchan su música, qué papeleta escoger: “¿Porque dé su apoyo a un candidato va a hacer cambiar la forma de pensar de sus fans? No. Es altamente improbable”, afirma en conversación telefónica el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Amherst en Massachussets, Alexander Theodoridis, experto en polarización. “Lo que sí hará es mostrar su entusiasmo y expandirlo entre sus fans. Que hagan donaciones, que sean voluntarios. Y en su base de seguidores, desproporcionadamente femenina y joven, dirá: ‘Oye, tenéis que estar emocionados’. Y ese entusiasmo va a marcar la diferencia”.

Ese entusiasmo marcará la diferencia en su momento, para el que hay que esperar. En 2020 fue en octubre, cuando Swift mostró unas galletas con el nombre de Joe Biden. Aunque falta para llegar hasta ahí, el equipo de Biden está deseoso de que le muestre su apoyo, como desvelaba esta semana el diario The New York Times, mientras que los republicanos ya la han echado a los lobos. O no les gusta o la temen, pero esta misma semana ya han soltado que el hecho de que Swift acuda a la Super Bowl, donde el día 11 jugará su novio, el tight end de los Kansas City Chiefs, Travis Kelce, es todo una suprema manipulación para que anime al electorado a votar por Biden. Una teoría que se desmonta sola: los Chiefs han llegado hasta ahí por sí mismos, como ya hicieron en 2020 y 2023, cuando ganaron; Swift no va a cantar en el intermedio (lo hará Usher); y Biden nada tiene que ver con todo el espectáculo deportivo. Pero eso les ha dado igual a los republicanos, que no dudan en sacar el nombre de una de las artistas más populares del mundo por estar en el candelero.

Lo que está claro es que los republicanos la temen y desprecian. No les gusta tener enfrenta a una mujer relativamente joven, rica, exitosa, con una carrera hecha a medida y que vive como desea. “Triunfa con sus canciones, pero también es una inspiración porque dice: ‘Lo que hago no le gusta a todo el mundo, pero a mí sí’. Muestra que no siempre hay que estar de acuerdo con la sociedad, que puede equivocarse y hacer las cosas a su manera. Además, no todas las celebridades controlan sus negocios, y ella sí. Hay hasta cursos para comprender su poder”, explica la doctora en Ciencias de la Administración especializada en Innovación Tecnológica por la Universidad de Guadalajara, Alejandra Rosales Soto, que a su vez es investigadora en CETYS, en Tijuana, experta en redes sociales. El poder de la de Pensilvania es real: en septiembre hizo un llamamiento a sus fans en sus Stories de Instagram (mensajes que solo duran 24 horas) para que se inscribieran para votar. Logró 35.000 registros.

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La profesora ha analizado que alrededor del 55% de los seguidores de Swift son demócratas, y un 23% independientes, por lo que alrededor de otro 20% podría ser republicano. “Se enfrentan dos expresidentes, y aquí se va a decidir quién es el menos malo, dónde está la menor negatividad, la elección no se enfoca en los aspectos positivos”, afirma Rosales Soto. “Nadie quiere a ninguno de los dos. Y la gente ya sabe que ella es demócrata, así que va a invitarles a tener una voz, los jóvenes no están votando y ella va a invitarles a movilizarse”. Esa inspiración es clave, como también argumenta la doctora Andrea Godfrey Flynn, profesora de marketing en la Universidad de San Diego (California). “Sin duda, inspirará a los fans que estén de su lado en el espectro político para que salgan y voten al candidato que ella apoya. Los votantes, sobre todo los más jóvenes, tienden a emitir su voto por cuestiones más allá de la lealtad a un candidato. Swift puede tener más impacto en la campaña si comparte su postura respecto a esos asuntos, especialmente en cuestiones que impacten en mujeres jóvenes, y no tanto si apoya a un candidato”.

“Nadie quiere a ninguno de los dos candidatos. Y la gente ya sabe que ella es demócrata, así que va a invitarles a tener una voz, los jóvenes no están votando y ella va a invitarles a movilizarse”

Alejandra Rosales Soto, doctora experta en innovación tecnológica

La voz política de Swift no se escuchó hasta bien avanzada su carrera pese a que lleva más de la mitad de su vida en los escenarios. En las elecciones de 2016 no se pronunció (estaba inmersa en una batalla personal y mediática contra Kim Kardashian, Kanye West y contra parte de la prensa; además, su madre pasaba un cáncer de mama), pero en 2018 dio su apoyo a dos candidatos demócratas de Tennessee. Logró que más de 160.000 personas se registraran para votar. En 2019, mostró su giro de timón en una entrevista con el diario The Guardian: expresó su apoyo al derecho al aborto —“Obviamente, estoy a favor de poder elegir”— y acusó a Trump de ser un dictador: “Somos una democracia, o al menos eso se supone, donde tienes derecho a estar en contra, a disentir, a debatir. Realmente creo que él piensa que es una autocracia”. Y en octubre de 2020 mostró su abierto respaldo a Biden y Kamala Harris con una foto con galletas con su nombre y dio una entrevista en la revista V donde explicaba sus motivos: “Bajo su liderazgo, creo que EE UU tiene una oportunidad para empezar el proceso de curación que tan desesperadamente necesita”.

A Trump nunca le ha gustado Swift; cuando apoyó a los demócratas de Tennessee contó que su música le había empezado a gustar “un 25% menos”. Ahora, varios medios estadounidenses afirman que en privado se pavonea de ser mucho más popular que Swift. “¿Está de broma, que es más popular?”, continuaba Kimmel en su monólogo a mediados de semana. “Si Trump hiciera un mitin en el estadio SoFi de Los Ángeles, quedarían sitios vacíos para que también se hiciera un concierto de Taylor Swift. Y, al contrario que en los mítines, sus entradas no son gratis”. Swift agotó tickets en el SoFi durante seis noches en agosto: ahí la vieron más de 420.000 espectadores; en total la han visto más de cuatro millones y solo ha hecho 66 conciertos, le quedan otros 85 hasta noviembre. Gracias a su The Eras Tour inyectará 5.000 millones de dólares en la economía estadounidense, según la reserva federal.

Pero ¿la hace todo eso ser influyente, incluso ser influencer, para sus casi 100 millones de fans en X y 300 millones en Instagram? “Los influencers no se presentan a sí mismos como tales, sino como generadores de contenido, porque ese término a menudo tiene una connotación negativa”, explica Rosales Soto. “Y ella es claramente una generadora de contenido, música, documentales. Su influencia es clara y lo será con el voto. Es una inspiración para los jóvenes, de empoderamiento, con un mensaje de que debes ser tú misma, da igual lo que piense la gente; además, no lo dice de una manera agresiva. Demuestra que ser inteligente está bien”.

El doctor Wael Jabr, profesor de sistemas de la información en el Smeal College of Business de la Universidad de Pennsylvania, no duda. “Es una influencer”, afirma. “Sus mensajes, políticos o no, moldean las opiniones de sus bases. Pensémoslo: empezó a hablar de fútbol y las ventas de camisetas de los Kansas City Chiefs subieron [se multiplicaron un 400%]. Así que sí, tiene un impacto, y cuando decida mandar un mensaje político, como ya ha hecho en el pasado, influirá en las opiniones. Los conservadores saben que tiene influencia y ya ha revelado sus cartas en el pasado, hablando a favor de Biden y contra Trump. Así que los del lado de Trump saben que la mejor defensa es la ofensa y atacan su credibilidad”, asegura el profesor Jabr, para quien el impacto “no es hipotético” y puede ser mayor que el de los medios tradicionales. “Con un gasto en publicidad récord de 16.000 millones de dólares, será imposible parar el ruido, y con su cobertura incesante en prensa y redes el mensaje de Swift será una voz única que puede alzarse frente al ruido de los anuncios tradicionales”, afirma la profesora Godfrey Flynn.

Los votantes, sobre todo los más jóvenes, tienden a emitir su voto por cuestiones más allá de la lealtad a un candidato. Swift puede tener más impacto en la campaña si comparte su postura respecto a esos asuntos, especialmente en cuestiones que impacten en mujeres jóvenes, y no tanto si apoya a un candidato”

Andrea Godfrey Flynn, doctora y profesora de ‘marketing’ de la universidad de San Diego (California)

La cuestión con Swift, como puede pasar con otros famosos, no está tanto en que cambie el parecer de sus bases, de quienes tienen decidido su lado de la balanza, sino que ayude a animar a votar a los que no lo tenían claro o a los dudosos a decantarse por un lado u otro (”Con un sistema de dos partidos es inevitable”, afirma el profesor Theodoridis). “No veo que muchos republicanos dejen de apoyar a Trump, ni siquiera con sus conspiraciones sobre la NFL y sobre que Swift es una agente del Pentágono y cosas así…”, opina Theodoridis. “Pero sí creo que a los demócratas les falta entusiasmo. Los resultados de las elecciones han estado increíblemente ajustados en los últimos 25 años, y se resuelven con unos pocos votos en unos cuantos Estados. Y hay muchas mujeres jóvenes que no iban a aparecer [en las urnas] y que ahora apoyarán a uno u otro. Aquí lo pequeño importa”. Según datos de la doctora Rosales Soto, casi la mitad de los fans de la artista son mujeres entre los 27 y los 45 años, claves en la votación.

Travis Kelce y Taylor Swift en Nueva York en octubre de 2023.MEGA (GC Images)

Por todo eso, el hecho de que los republicanos ataquen a Swift puede ser un tiro en el pie. La ira trumpista es ardiente, algo que aleja a los votantes más moderados, y sacarla contra Swift puede no ser una buena idea. “Es difícil explicar el nivel de desasosiego que ha emergido contra Swift entre los conservadores, pero hay varios factores. Sale con Travis Kelce, y los fans conservadores de la NFL [la liga de fútbol de EE UU] están revueltos por la atención mediática de la pareja. Él ha aparecido en anuncios de la vacuna de la covid de Pfizer, y las vacunas son controvertidas para los conservadores”, destaca la profesora de marketing Godfrey Flynn, que también opina que el hecho de que él sea un jugador conocido y ella una megartista milmillonaria es “una dinámica no tradicional que no sienta bien a los conservadores, y es una locura ver cómo estas percepciones crecen de forma salvaje”.

En un país con una extrema polarización, cada elemento y mensaje de cara a estas elecciones será analizado; más aún todo lo que llegue por parte de Swift. Cómo será su mensaje o su —previsible— apoyo a Biden solo lo sabe ella, que controla al extremo su carrera y su imagen pública. Pero su impacto será real, según los expertos. Si en julio en un concierto en Seattle provocó un movimiento de tierra similar a un sismo de 2,3 grados, para noviembre se espera todo un terremoto.

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